Cuando escuché por primera vez lo que Eyesynth iba a ser capaz de proporcionarme no terminaba de creérmelo… “¿Unas gafas que me permitirían ver escuchando?”.

Intentaba hacerme a la idea de cómo unas cámaras situadas en la parte superior de la montura de la propia gafa, podían recoger imágenes y convertirlas en un sonido, muy parecido al rumor del mar, que yo pudiera descifrar, que pudiera interpretar. ¿Cómo iba a ser posible que una mesa o una farola tuviesen un sonido característico por su forma y tamaño?. ¿Qué iba yo a percibir al ponerme delante de un espejo, después de haber perdido la vista hace ya tantos años…?

Lo cierto es que en mi primer viaje a Madrid con el equipo de Eyesynth, tuve una conversación muy amena con Antonio, explicándome cómo funcionaba el sistema. Me pudo la curiosidad por comprobar si todos los interrogantes que me habían surgido se resolverían al ponerme las gafas. Bastaron 15 minutos en una cafetería cerca de la estación con las Eyesynth puestas para entender por mí mismo todo lo que Antonio me había explicado: el sonido abstracto, barrer con la cabeza para que las cámaras detecten las esquinas del objeto, alzar la cabeza para detectar su altura… hasta finalmente diferenciar una jarra de un plato y extender la mano para cogerlo sin previo reconocimiento táctil de la mesa, ¡¡tan solo con mover la cabeza y escuchar el sonido!!

El cerebro es plástico, lo que quiere decir que es capaz de modificar sus conexiones al aprender cosas nuevas. Es increíble que algo a lo que nunca me había expuesto antes sea tan fácil de comprender; la distancia de los objetos, su altura y su forma son aspectos que voy conociendo cada vez mejor con la práctica.

Evidentemente las gafas no me han devuelto la vista (en Eyesynth son bastante insistentes en ello), pero de repente expanden mi campo de acción y mis habilidades para sentir mi entorno. Me imagino un montón de posibilidades que estoy impaciente por explorar. Hay un vídeo rodando por Youtube con una prueba que hice. Fue la primera vez que cogí un objeto a la primera en años. Sin indicaciones previas, sin tocarlo antes. Fue emocionante.

Por cierto, lo del espejo fue toda una experiencia. Ya os lo contaré en otro post.

Hasta entonces!

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